lunes, 16 de julio de 2012

La necedad de vivir sin tener precio

En el capitalismo mágico, somos todo lo libres que nuestro dinero puede pagar, dado que tal y como reza su primera ley: "la libertad de las personas es inversamente proporcional a la libertad de los capitales".

Y como ya sabemos, los capitales sí que son libres. Y cuando alguien osa querer controlarlos, con la pretensión de que las personas de escasa libertad, esas que todos sabemos que poca es la libertad que pueden pagar, sean al menos un poco más libres, los oscuros propietarios de los infames mediadores de la palabra y la verdad gritan: ¡Amenazan nuestra libertad! ¡Nuestra libertad es sagrada!
Y es entonces cuando los necios, conmovidos, gritan: ¡La libertad de su dinero es nuestra libertad!

Confundidos, los esclavos de las necesidades insatisfechas esperan, hasta que impacientes, por fin ellos gritan con fuerza: ¡Nuestros hijos también desean libertad! Entonces los oscuros propietarios de los infames mediadores de la palabra y la verdad acusan: ¡Eso es violencia! Y los necios asienten asustados.

¿Y la revolución? Paciencia, paciencia...




Yo no se lo que es el destino, caminando fui lo que fui.
Allá Dios, que será divino. Yo me muero como viví.

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